miércoles, 26 de enero de 2011

Lo que esconden los alimentos: dioxinas y transgénicos

Dioxinas



DIOXINAS
25th July 2004 : Transgenic corn uprooted by a...Image via WikipediaHay varios cientos de dioxinas, en su mayoría poco tóxicas, pero una docena de ellas están entre las sustancias más peligrosas que se conocen. Apenas 6 millonésimas de gramo de la dioxina más letal, la 2, 3, 7, 8-TCDD, puede matar a una rata.

¿Debemos preocuparnos? Las dioxinas pertenecen a la “docena sucia”, el grupo de contaminantes orgánicos persistentes (COP), llamados así porque no son biodegradables y permanecen mucho tiempo en el medio ambiente (de hecho, están presentes de forma general en el aire, el agua y los suelos de todo el mundo industrializado) y en los tejidos orgánicos, en especial el tejido graso de animales y seres humanos. Los alimentos ricos en
grasa animal (carne, leche, pescado, huevos y derivados) son las principales fuentes de dioxinas, aunque todos los alimentos contienen trazas de ellas.

Efectos en la salud. Mucho más que la exposición puntual a altas concentraciones de dioxinas, cuyos efectos en la salud suelen remitir pronto a excepción de un fuerte acné (cloroacné), a los investigadores les preocupan los efectos a largo plazo por
exposición a dosis muy bajas. En estudios con animales se ha comprobado que las dosis no letales pueden aumentar el riesgo de cáncer, los defectos de nacimiento, reduce la fertilidad y provoca cambios en el sistema inmunológico. Un informe de la Agencia del Medio Ambiente (EPA) de EE.UU.  señala que las dioxinas pueden producir cáncer en humanos; las dosis inferiores a las asociadas con cáncer pueden ocasionar alteraciones en los sistemas inmunitario, reproductor y endocrino; los fetos y embriones de peces, aves, mamíferos y humanos son especialmente sensibles a sus efectos tóxicos y que no existe un nivel seguro de exposición a las dioxinas. El Centro de Investigaciones sobre Cáncer de la OMS ha clasifi cado la TCDD como carcinógeno y de momento se ha establecido como tolerable una ingesta mensual de 70 picogramos/kg/mes. 

TRANSGÉNICOS
¿Jurarías que no has comido jamás un alimento transgénico? No lo tengas tan claro. Aunque la tecnología se emplea sobre todo en soja y maíz, no es fácil esquivarla. Los transgénicos pueden estar presentes como ingredientes: por ejemplo, como espesantes o
edulcorantes (en forma de jarabe de maíz). Luego está su presencia indirecta, en los piensos que comen los animales cuya carne o derivados importamos.

¿Debemos preocuparnos? España dio luz verde al único cultivo transgénico permitido en la UE: el maíz MON 810, que incluye una secuencia genética de una bacteria y permite a la planta producir una toxina capaz de matar insectos. El 20% del maíz sembrado en España es MON 810. Según Greenpeace, es urgente actualizar el análisis que realizó la UE en 1998 sobre ese maíz, tanto por la escasa información sobre sus genes como por datos que sugieren que su ADN ha sufrido reordenaciones.

Efectos en la salud. El riesgo más citado es el de alergias. Hoy se sabe que introducir genes de una planta alergénica en otra que no lo es puede resultar en otra planta alergénica. Un documento de Greenpeace va más allá y señala los siguientes efectos:
  1. Aparición de resistencias a antibióticos en bacterias patógenas para el hombre por empleo de genes antibióticos. La Asociación de Médicos Británica ha recomendado prohibir su uso de estos genes marcadores.
  2. Nuevos tóxicos presentes en los alimentos, debido a los cultivos Bt (que incluyen genes de una bacteria del suelo que produce una proteína que causa la muerte de los insectos) o a proteínas que se utilizan como marcadores en cultivos transgénicos.
  3. Incremento de tóxicos en los alimentos, por un mayor uso de productos químicos en este tipo de cultivos.
  4.  Efectos en la fertilidad. En un estudio austriaco, la fertilidad de los ratones alimentados con maíz transgénico se vio seriamente afectada.

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